En Cadena Nacional, el presidente anunciará este lunes el superávit fiscal del primer trimestre. La otra cara: licuación de los salarios e ingresos y una consecuente y profunda caída de la actividad económica.
El gobierno de Javier Milei cumple 134 días. Y aunque no es un número “redondo”, no será uno más, ya que, este lunes, el presidente protagonizará una Cadena Nacional en el que, tal y como anticipó el viernes pasado en el Foro Llao Llao ante más de 150 empresarios, respaldará el curso económico de su gestión y anunciará el superávit fiscal alcanzado en el primer trimestre del año.
En los primeros tres meses del 2024, el resultado financiero positivo fue del 0,5% del PBI, que se complementó con un saldo comercial favorable, generando lo que se conoce como “superávits gemelos”, tanto fiscal como comercial; algo que no se registraba desde la presidencia de Néstor Kirchner. En simultáneo, las reservas del Banco Central aumentaron en U$S6.500 millones. De esta manera, el Gobierno Nacional cumplió con las metas pactadas con el Fondo Monetario Internacional y va en camino hacia el superávit primario equivalente al 2% del PBI acordado con el organismo.
Sin embargo, hay otra cara detrás del superávit. Es que, para obtener ese resultado financiero, llevó adelante un ortodoxo plan que, entre otros puntos, incluyó la “motosierra” en el gasto público, principalmente en las trasferencias a las provincias y la inversión en obra pública, educación y cultura, la “licuadora” de la base monetaria, es decir la cantidad de pesos en circulación, conformada nada menos que por salarios, jubilaciones e ingresos familiares, y una profunda desregulación económica.
Una decisión política que está provocando una brutal recesión, buscada por el Gobierno Nacional para intentar controlar la inflación, que se viene vislumbrando hace ya varios meses. Así lo indican varios indicadores económicos, entre ellos el significativo ajuste del poder adquisitivo, la caída en el nivel de consumo y las dificultades que enfrenta tanto la actividad industrial como la de servicios, entre otros aspectos.
Ingresos
El último dato de la Remuneración Imponible Promedio de los Trabajadores Estables (RIPTE) es alarmante. En febrero, la baja cuatrimestral llegó al 23,9% y, de esta manera, los salarios formales tuvieron su caída histórica más profunda, superando incluso a la registrada en la crisis del 2001.
El salario promedio en el segundo mes del año fue de $619.007,05, un valor que, al igual que en enero, se ubicó por debajo de la Canasta Básica Total, que mide la línea de pobreza. Cabe remarcar que el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) informó que una pareja con dos hijos pequeños requirió $690.901,57 para satisfacer sus necesidades esenciales, sin incluir el alquiler.
Es relevante destacar que este valor no representa la suma total de lo percibido por el conjunto de los trabajadores, sino que es un promedio entre ellos, que puede variar tanto al alza como a la baja. El ingreso promedio per cápita del total de la población, de hecho, es de $156.309, mientras que la mediana de ingreso es de $114.000, según los últimos datos divulgados por el INDEC, correspondiente al cierre del 2023.
Los jubilados y pensionados no pudieron escapar de esta realidad que golpea los bolsillos de los argentinos. Según advirtió un informe del Centro de Economía Política (CEPA), los haberes están, en términos reales, 32,5% por debajo del 2023; esto, a pesar de los incrementos y refuerzos anunciados por la gestión de La Libertad Avanza.
Y en el escenario más optimista, según la entidad, los adultos mayores podrían esperar que la pérdida se estabilice en aproximadamente un 25% con los cambios en la fórmula que planea llevar adelante el Ejecutivo en los próximos meses.
Todo esto toma lugar en medio de, aunque en desaceleración, una persistente presión inflacionaria, con números que reflejan una escalada constante de los precios; cifras que, desde antes incluso de la asunción de Milei (noviembre del 2023, aún con Alberto Fernández como presidente), están posicionadas en las dos cifras.
En el vigente gobierno libertario, las góndolas del país fueron la prueba cabal de esto, y así sufrieron los bolsillos de los argentinos: el Índice de Precios al Consumidor de diciembre fue del 25,5%, el más alto en más de tres décadas, del 20,6% en enero, del 13,2% en febrero y del 11% en marzo.
Sin embargo, mientras que la suba de precios interanual fue del 287,9%, los valores de muchos bienes y servicios claves para la vida cotidiana superaron con creces dicha magnitud, entre los que se encuentran: electricidad y gas, con subas del 300%, alimentos, del 306%, combustibles, del 364%, medicamentos, del 379%, y el transporte público, que aumentó un 385% en los últimos 12 meses, por mencionar.
Este marco no provoca otra cosa que una suba en los niveles de pobreza, que según el Nowcast de la Universidad Torcuato Di Tella (UTDT) alcanzó a 24 millones de personas en el primer trimestre, nada menos que el 51,8% de la población del país; con una impresionante suba de a un millón de habitantes por mes durante dicho período.
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Consumo
Y este contexto tan adverso está llevando a que las personas se ajusten, en algunos casos de una manera profunda, buscando priorizar consumos para satisfacer las necesidades básicas, lo que ha llevado a que los argentinos dejen de elegir productos o servicios que antes formaban parte de su día a día.
Lo que provoca, en consecuencia, una fuerte caída del consumo. Según el Índice de Ventas Minoristas (IVM) de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME), la misma se desplomó en un 22,1% en lo que va de 2024, llegando a alcanzar, incluso, un mínimo histórico a nivel interanual en enero, con una contracción del 28,5%.
“Esto no es sostenible. La gente no tiene posibilidad de seguir reemplazando los consumos. Puede conseguir un producto más barato que otro, dejando las marcas, o bajar las cantidades, pero no puede directamente eliminarlos. No creo que esto se pueda seguir tolerando”, sostuvo el economista y docente universitario, Pablo Tigani, en diálogo con PERFIL
Cabe remarcar que este es uno de los objetivos troncales del plan económico de Milei: controlar la demanda de bienes y servicios, es decir, en otras palabras, limitar el consumo. De hecho, el propio presidente aseguró que “estimular el consumo destruye el ahorro y por ende la inversión, el crecimiento y la productividad” lo cuál, en su opinión, “nos ha hecho mucho más pobres”.
Actividad económica
Pero la productividad, uno de esos aspectos mencionados, no estaría subiendo por esa caída del consumo; ‘o sea, digamos’, más bien está bajando, y fuertemente en los diversos sectores productivos, algo que está golpeando, sobre todo, a las pequeñas y medianas empresas, que “la ven”, pero en rojo.
Según la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME), la actividad de la industria PyME registró una nueva caída en marzo, esta vez del 11,9%, mientras que el balance del primer trimestre del año revela una disminución aún más pronunciada, llegando al 19,1% en comparación con el mismo período del año anterior.
Estas cifras preocupantes reflejan la persistente debilidad en el sector manufacturero PyME, agravada por el actual y adverso contexto. En este marco, aumenta la preocupación en el sector, que le exige al Gobierno medidas inmediatas para evitar despidos y suspensiones, en una, mas aún, para paralización de la actividad industrial que pueda agravar aún más la situación general.
“Vemos con preocupación el futuro de las Pymes, porque no existe un plan para la industria que nos permita pensar que la famosa recuperación en ‘V’ que prometió el Gobierno Nacional incluirá a las fábricas. Durante los últimos meses, hemos visto aumentar los costos de producción, lo que generó una reducción al mínimo de la rentabilidad, con altas posibilidades de pérdidas. Pero lo que viene no es alentador, ya que los incrementos en la energía eléctrica, en el gas y en todos los insumos difundidos serán letales, si no hay una promoción para el sector”, afirmó Daniel Rosato, presidente de Industriales Pymes Argentinos.
Uno de los rubros afectados es el textil: el 87% de las empresas que conforman el sector experimentaron, durante el primer bimestre del 2024, una caída interanual de sus ventas, mientras que el 68% sufrió una retracción en los niveles de producción, tal y como reflejó una encuesta de coyuntura de la Fundación ProTejer.
Entre las razones que explican estos cambios abruptos y que afectan seriamente al sector, el 96% de las encuestadas identificaron, precisamente, a la la pérdida de poder adquisitivo de los argentinos, como resultado de la reducción de los ingresos, como el principal factor relevante.
Luciano Galfione, presidente de la entidad, manifestó su preocupación por este panorama y criticó al Gobierno Nacional por la falta de medidas para preservar el poder de compra de los argentinos y los puestos de trabajo del sector. “Lo que se tiene que entender es que eso no es perjudicial para el empresario, sino para las personas. Yo me quedaré sin empresa, pero los trabajadores de mi fábrica se quedan sin laburo“, advirtió.
Por su parte, la actividad metalúrgica registró, durante marzo, una variación interanual de -17,7%, y respecto a febrero de este año el índice disminuyó un 2,8%. El dato surge del último informe del Departamento de Estudios Económicos de la Asociación de Industriales Metalúrgicos de la República Argentina (ADIMRA).
El reporte muestra también que la capacidad instalada bajó más de 10% interanual ubicándose en uno de los niveles más bajos de los últimos 8 años, siendo superado solamente por los 4 meses más duros de la pandemia del 2020.
Que el sector productivo esté “tambaleando”, tal y como denuncian desde distintas entidades, por la recesión económica, pone en riesgo decenas de miles de puestos de trabajo, considerando que las PyMEs representan el 97,8% del total de empresas que declaran empleo registrado en el país, según datos de IPA, y el sustento de millones de trabajadores, lo que podría agravar la caída del consumo y acelerar el círculo vicioso en el que nos encontramos.
Y de cara al corto plazo, la perspectiva no es para nada positiva. Mientras en el Gobierno Nacional hablan de recuperación económica “en ‘V'”, el FMI anticipó una contracción económica del 2,8% del Producto Bruto Interno para este año producto de la recesión, un número que se eleva al 3,5% para los economistas que forman parte del Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM).
Estas son, entre otras, las causas y consecuencias de la inclaudicable búsqueda de Milei del superávit fiscal en 2024, un aspecto que, hasta el ex economista Domingo Cavallo, quién durante la campaña electoral llamó a votar al libertario, considera que es “casi imposible” de conseguir en estos parámetros; mas allá de que, en las próximas horas y en Cadena Nacional, el libertario celebrará los resultados obtenidos en los últimos tres meses ante la atenta mirada de millones de argentinos que, en la gran mayoría de los casos, lejos del verde, están iluminados por el rojo.